En una época en la que la malaria parecía una condena escrita con tinta indeleble en el destino de millones de personas, la Dra. Tu Youyou empezó a escuchar con atención las voces antiguas de los libros. No eran voces estridentes ni urgentes, sino susurros de siglos pasados, escondidos en tratados de medicina tradicional china que hablaban de fiebres persistentes y de una planta humilde llamada qinghao. De ese diálogo silencioso entre pasado y ciencia nació uno de los medicamentos más importantes de la historia moderna: la artemisinina.

Tu Youyou nació en 1930, en la ciudad china de Ningbo, y se formó como química farmacéutica cuando el mundo aún confiaba ciegamente en unos pocos fármacos para combatir la malaria. Con el tiempo, esos medicamentos empezaron a fallar y el parásito se volvió más astuto. Fue entonces, en la década de 1960, cuando el gobierno chino impulsó una búsqueda contrarreloj de nuevos tratamientos. Tu Youyou, sin grandes títulos académicos ni laboratorios lujosos, aceptó el reto con la paciencia de quien sabe que la ciencia también es un acto de perseverancia.

Mientras otros caminos se cerraban, ella volvió la mirada hacia la tradición. Leyó antiguos textos médicos como quien lee una novela familiar, buscando entre líneas una pista olvidada. Allí encontró la referencia al Artemisia annua, una planta usada para aliviar fiebres desde hacía siglos. Pero no bastaba con conocerla: había que entenderla. Tras innumerables ensayos, Tu Youyou descubrió que el secreto estaba en tratarla con delicadeza, extrayendo su principio activo a baja temperatura. Así emergió la artemisinina, eficaz donde otros fármacos habían fracasado.

Con el tiempo, la artemisinina y sus derivados se convirtieron en la base de las terapias combinadas recomendadas hoy en todo el mundo. Millones de vidas se salvaron gracias a un compuesto que parecía dormir dentro de una planta común, esperando el momento y la persona adecuados para despertar.

Para los profesionales de farmacia, la historia de Tu Youyou recuerda que cada medicamento dispensado encierra una travesía larga y silenciosa. La artemisinina no es solo un principio activo: es la prueba de que la ciencia puede dialogar con la tradición y transformar ese encuentro en salud.

En 2015, el Premio Nobel de Medicina reconoció a Tu Youyou por su descubrimiento. Pero más allá del galardón, su legado permanece en cada tratamiento antipalúdico que cruza el mostrador de una farmacia, como una historia bien contada que sigue salvando vidas, una dosis a la vez.


