Bill Gates dice que: “con suerte, podría ser dentro de 20 años, pero de continuar las actuales condiciones, debemos suponer que podría ser dentro de 3 años” Según un reciente estudio científico, las ciudades que tienen más posibilidades de convertirse en el punto de partida de la próxima pandemia son aquellas donde las personas interactúan más con animales salvajes, las que cuentan con un pésimo sistema sanitario y donde el tráfico aéreo es más fluido.
A pesar que gracias a las vacunas se tiene casi controlado el Covid-19 en todo el mundo, son varios los expertos que consideran inminente que una próxima pandemia azote la humanidad. Bill Gates es uno de ellos.
El empresario, que tiene una fundación que apoya investigaciones médicas y es el mayor contribuyente privado de la OMS, ha declarado que “con suerte, podría ser dentro de 20 años”, pero, de darse las condiciones, “debemos suponer que podría ser dentro de 3 años”.
One Health, acreditada revista científica, ha publicado un estudio donde un grupo de estudiosos no sólo teorizan sobre los diversos elementos que podrían ocasionar una pandemia sino también sobre donde empezaría, basados en dos puntos: los microorganismos que le transmiten los animales salvajes al ser humano debido a una continua interacción y la cantidad de personas que se trasladan de un país a otro, factores que pueden propagar muy rápida y desbocadamente un virus por todo el orbe.
Bajo la tutela de la Universidad de Sidney de Australia y siguiendo un enfoque similar, científicos del Reino Unido, la India y Etiopía, en un estudio titulado “¿De dónde llegará la próxima pandemia?”, han desarrollado una forma de medir las posibilidades de contagio y su velocidad de transmisión teniendo en cuenta los defectuosos sistemas sanitarios, la interacción entre los animales salvajes y los seres humanos, y el tráfico aéreo planetario.
De acuerdo al estudio de la Universidad de Sidney, las zonas donde existe una relación estrecha entre el ser humano y los animales salvajes, se ubica más del 40% de las ciudades donde transita la mayor cantidad de personas que llegan de diferentes partes del mundo, lo que las convierte en lugares de fácil propagación de enfermedades.
A esto hay que sumarle que entre el 14 y 20% de esas ciudades tienen deficientes servicios básicos de salud –sobre todo en el Sur y sudeste de Asia y en los países africanos al Sur del Sahara–, lo que hace muy difícil la detección temprana de cualquier amenaza viral que, con el tiempo, puede derivar en una pandemia.
Según Michael Walsh, quien dirige el estudio de la universidad australiana antes mencionada: “nuestra nueva investigación integra la interacción entre los humanos y la vida salvaje con los sistemas de salud humana y la globalización para mostrar dónde los efectos de contagio podrían no identificarse y llegar a diseminarse en todo el mundo provocando nuevas pandemias”, y agrega que “aunque los países de ingresos medios y bajos tenían la mayoría de las ciudades en las zonas clasificadas con mayor riesgo de propagación y posterior diseminación global, cabe señalar que el alto riesgo en estas áreas era en gran medida consecuencia de sus deficientes sistemas de salud”.
El mapa elaborado por los científicos muestra, de manera inequívoca, que son los países en vías de desarrollo los que tienen mayor riesgo de iniciar y propagar una posible pandemia, sin que esto implique que el endeble crecimiento de algunos países desarrollados pueda ponerlos también en riesgo.
Sobre esto último, Walsh afirma que “aunque no están tan ampliamente representados en la zona de mayor riesgo debido a una mejor infraestructura de salud, los países de altos ingresos todavía tienen muchas ciudades dentro de los siguientes dos niveles de riesgo debido a las presiones extremas que los países ricos ejercen sobre la vida silvestre a través del desarrollo insostenible”.
Etapas del estudio
El estudio se dividió en tres etapas. En la primera se registraron los lugares donde existe un mayor contacto entre seres humanos y animales salvajes, suponiendo que a través de esa relación continua es más probable que las personas puedan contagiarse. La segunda etapa consistió en identificar las zonas que, además de cumplir con el punto anterior, tuvieran un sistema sanitario deficiente. Por último, se reconocieron los lugares que, teniendo los dos primeros requerimientos, contaran con una extensa y fluida conexión aérea con todo el planeta, lo que ayudaría a esparcir velozmente cualquier enfermedad hasta convertirla en pandemia.
Termina Walsh asegurando que “aunque sería muy costoso mejorar la conservación del hábitat y los sistemas de salud, así como la vigilancia en los aeropuertos como última línea de defensa, el beneficio en términos de protección contra pandemias futuras superaría los costos”.