¿Quién dijo que una farmacéutica no puede cambiar el mundo? Esta es la historia real de Gertrude Belle Elion, una mujer que, sin doctorado y contra todos los obstáculos de su época, desarrolló medicamentos que hoy siguen salvando millones de vidas diariamente. Su carrera es un homenaje a todos los que trabajan en la farmacias, desde el laboratorio hasta el mostrador.
Gertrude nació en Nueva York en 1918, en el seno de una familia de inmigrantes judíos muy humildes. Su padre era dentista y su madre costurera. Desde niña, Gertrude mostró gran interés por aprender, pero fue la muerte de su abuelo por cáncer lo que la marcó profundamente. Tenía solo 15 años y, desde entonces, decidió que estudiaría química para ayudar a encontrar una cura.

Estudió con esfuerzo y dedicación, logrando una beca completa en el Hunter College, donde se graduó en Química en 1937. Luego obtuvo una maestría en la Universidad de Nueva York en 1941, mientras trabajaba como profesora sustituta para costear sus estudios. Pero no pudo continuar con un doctorado por falta de medios económicos ni tiempo completo para dedicarse a ello. A pesar de eso, jamás se rindió.

El camino no fue fácil. En una época donde ser mujer en la ciencia era muy mal visto, fue rechazada en muchos laboratorios solo por su género. Incluso le dijeron que su presencia “distraería a los hombres”. Aun así, aceptó trabajos sin paga y luego empleos mal remunerados sólo para seguir vinculada a la ciencia.
Durante la Segunda Guerra Mundial, cuando muchos hombres fueron al frente, se abrieron vacantes para mujeres. Así fue como, en 1944, Gertrude comenzó a trabajar como investigadora en la entonces farmacéutica Burroughs Wellcome, junto al científico George Hitchings, con quien desarrollaría una larga y exitosa carrera.

Ambos rompieron con el modelo clásico de “ensayo y error” en la creación de medicamentos. En cambio, diseñaron fármacos basándose en las diferencias entre células sanas y células enfermas, un enfoque revolucionario para su época. Así nació la teoría de los antimetabolitos, que permite atacar solo a las células dañinas, como las cancerosas, sin afectar las sanas.
Gracias a sus investigaciones, se desarrollaron 45 fármacos y tiene medio centenar de patentes de medicamentos que hoy son fundamentales, entre otros:
- Alopurinol, Contra el ácido úrico el cual genera: artritis inflamatoria, daño renal crónico, tofos, hipertensión, aterosclerosis, e insuficiencia cardíaca.
- 6-mercaptopurina, primer tratamiento eficaz contra la leucemia infantil.
- Azatioprina, el primer inmunosupresor, clave para los trasplantes de órganos.
- Trimetoprima, para infecciones urinarias y respiratorias.
- Pirimetamina, contra la malaria.
- Aciclovir, contra el virus del herpes.
- Zidovudina, el primer tratamiento contra el VIH/sida.

Muchos de estos medicamentos permitieron salvar vidas donde antes sólo había sufrimiento. Por ejemplo, antes de la mercaptopurina, los niños con leucemia sobrevivían apenas unos meses; después, la mayoría podía alcanzar la edad adulta.
En 1988, Gertrude recibió el Premio Nobel de Medicina, junto a Hitchings y James Black, por su trabajo innovador en el desarrollo de tratamientos dirigidos. También recibió otros reconocimientos como la Medalla Nacional de la Ciencia (1991) y el Premio Lemelson-MIT al logro de toda una vida (1997). Fue, además, la primera mujer en entrar al Salón de la Fama de los Inventores de EE. UU.

Lo más increíble es que logró todo esto sin doctorado, demostrando que la pasión, el esfuerzo y la vocación pueden superar cualquier barrera. A lo largo de su vida, recibió tres doctorados honoris causa .
Gertrude nunca se casó ni tuvo hijos. Su vida estuvo dedicada por completo a la ciencia, con humildad y compromiso. Se jubiló en 1983, pero siguió colaborando como investigadora emérita, motivando a nuevas generaciones de científicos.
El legado de Gertrude Elion va mucho más allá del laboratorio. Ella representa el espíritu de todos los que trabajamos por la salud desde una farmacia: con vocación, entrega y respeto por el paciente.

En resumen, no importa su título ni de dónde viene. Si usted hace su trabajo con pasión y responsabilidad, puede cambiar el mundo.