Valgan verdades, la ciencia aún está aprendiendo a gatear respecto al universo de funciones que nuestro cerebro tiene. Sin embargo, poco a poco, se van descubriendo nuevas y fascinantes capacidades. Entre muchas otras, recientes estudios científicos descubrieron que la oxitocina, una hormona liberada por el cerebro, podría asegurar –y aunque no lo crea– la fidelidad de los hombres con sus parejas.
¿Por qué es llamada la hormona de la fidelidad? Es que, la oxitocina está relacionada directamente con el placer, incrementa la complicidad, afecto y confianza con la pareja y, ayuda al cerebro a sentir cariño por las personas que componen nuestro entorno, permitiendo sentir sólo hacia ellas, lo que no sentimos hacia otras personas o desconocidos.
Es más, según recientes estudios de la Universidad de Bonn, encontraron que la oxitocina, tiene un rol vital en la fidelidad masculina y la monogamia. Otra investigación científica publicada en la revista “Proceedings” de la Academia de Ciencias Estadounidense, concluye que los varones con elevadas cantidades de oxitocina perciben a sus parejas más atractivas, que aquellos hombres con bajos niveles de oxitocina.
Durante el estudio en referencia, los investigadores suministraron oxitocina mediante un espray nasal, a un grupo de cuarenta hombres heterosexuales que vivían con su pareja en el momento del estudio.
Se descubrió que, esta hormona activa el centro de gratificación en el cerebro masculino, lo cual refuerza los comportamientos monógamos. René Hurlemann, uno de los investigadores, asegura que: “Este mecanismo biológico actúa de modo muy parecido a una droga, y al igual que en el amor o en el consumo de drogas, se estimula el centro de satisfacción del cerebro”.
Según señala el Dr. Hurlemann: “La oxitocina estimula el contacto entre las parejas ya que, por medio de éste, se mantiene alto el nivel de esta hormona, y ello, repercute potenciando la relación sentimental”
Refuerza la fidelidad de pareja
Según otra investigación publicada en la revista científica “Nature Neuroscience” la convivencia y el sexo, modifican el cerebro mediante cambios en el ADN. Así mismo, aumentan el número de receptores en el cerebro para dos neurotransmisores implicados en el establecimiento de lazos afectivos con la pareja, estos son: la oxitocina y también vasopresina que fomentan la preferencia por la pareja.
Por lo menos esto ocurre en los ratones de las praderas, o campañoles. Estos roedores fueron escogidos para las investigaciones, por su marcada tendencia a la monogamia. Estos animalitos, después de aparearse desarrollan una muy marcada preferencia por su pareja, con la que forman lazos por el resto de su vida. Es más, el macho se involucra en el cuidado de la prole.
Un grupo de investigadores de la Universidad Estatal de Florida, asegura que la monogamia del campañol de la pradera, se debe a modificaciones inducidas en su ADN por la convivencia y el apareamiento. Estas modificaciones no alteran el ADN, sino que hacen que se exprese de forma diferente. En este caso para fortalecer la unión de pareja y convertirla en duradera. Y todos estos cambios tienen lugar después del apareamiento.
En conclusión, la oxitocina o la hormona del amor, promueve el contacto social, las preferencias de pareja y el apego posterior. Produce sensación de seguridad y bienestar y reduce el estrés. Y por cierto, reafirma conductas territoriales ante rivales del mismo sexo. Lo que en la especie humana llamamos celos.
En un futuro no muy lejano, enamorarse o desenamorarse sea tan fácil como tomarse una simple pastilla …