martes, septiembre 17, 2024

Un valeroso matrimonio que domó el futuro en Pimocha

La historia del matrimonio de don Milton y doña Bellita es una lección de vida personal y profesional, necesaria de conocer. Ambos tienen un excelente mensaje para quienes desean conseguir el éxito. Y vaya que lo consiguieron, pues de un cuarto de percha con 15 cajitas de medicamentos, tras 5 años, hoy cuentan con 11 puntos de venta, en el cual trabajan 27 entusiastas colaboradores.
¿Cómo lo hicieron? En esta amena e interesante charla vía zoom, revelan la fórmula de su notable y merecido éxito.

Esta es la extraordinaria historia de don Milton Javier Pozo Caamaño y su esposa doña Bella Lisbeth Ibarra Morante “Bellita”, un joven matrimonio visionario nacido en Babahoyo y con 4 hijos pequeños, que lograron hacer realidad un sueño guardado en la fe por más de una década, mientras trabajaban juntos como empleados en una farmacia de su ciudad natal.

Ellos, hace 5 años, se iniciaron en una pequeña y casi invisible tienda con miras a que algún día se convertiría en una farmacia bien surtida, entonces, la bautizaron con el nombre de “Líder Farma”. Y ese caluroso domingo 7 de agosto del 2016, día en que abrieron las puertas de aquel anhelo, sus corazones estaban llenos de gozo pero las perchas del local estaban vacías, a excepción de una de ellas, en la cual en una cuarta parte de su espacio, habían colocado cuidadosa, ordenada y simétricamente, 15 cajitas de fármacos y algunos OTC básicos.

Don Milton y doña Bellita, orgullosos, frente a esa percha casi vacía, contemplaban tomando distancia, como quien aprecia una obra pictórica, asegurándose de la forma correcta en que estaban dispuestos los escasos medicamentos

Entonces, cualquier vecino que pasaba por la puerta de aquella tienda desnuda, al echarle una mirada, pintaba su futuro con muy oscuros nubarrones. Y es que, además, escogieron instalarse en un poblado donde no sólo nunca hubo una farmacia, sino donde todas las profecías aseguraban qua jamás, de los jamases, podría funcionar.

Nos referimos a Pimocha, una localidad perteneciente a la parroquia rural del cantón Babahoyo. Sus calles se las pueden recorrer en escasos minutos, ya que tiene alrededor de 4 cuadras de ancho por 8 de largo. Su área, nos dice claramente de las dimensiones y costumbres del lugar, y el mercado en el que decidieron invertir y arriesgar ahorros propios y ajenos, en pos de aquel sueño que cualquier paso en falso podía convertirlo en una terrible pesadilla.

Sin embargo, les sobraba entusiasmo, pasión y aquella extrema valentía de los héroes anónimos que apuestan 100% al futuro del Ecuador. De ese coraje aguerrido, que merece todo el respeto por quienes hacen patria en lugares recónditos y donde más se los necesita. Con ese bravura con que los jinetes amansan los caballos chúcaros en el rodeo montubio. Nada más que esta doma, era a un futuro incierto.

Por esto último y mucho más, la historia del matrimonio de don Milton y doña Bellita es una lección de vida personal y profesional, necesaria de conocer. Ambos tienen un excelente mensaje para quienes desean conseguir el éxito. Y vaya que lo consiguieron, pues de un cuarto de percha con 15 cajitas de medicamentos, tras 5 años, hoy cuentan con 11 puntos de venta Líder Farma, en el cual trabajan 27 colaboradores.

¿Cómo lo hicieron? Esta es una conversación con don Milton y doña Bellita en la cual revelan la fórmula de su éxito.

Pimocha, una pequeña población que no fue freno para Don Milton y doña Bellita
-Leterago (L): ¿Qué los animó a tener su propia farmacia?

-Milton (M): Ambos hemos trabajado más de 10 años en farmacias como dependientes y esa experiencia nos dio la visión que podíamos tener algo propio y a la vez ayudar a la comunidad en que nos instaláramos.

-L: ¿No los desanimó el hecho que la población de Pimocha es pequeña?

-Bellita (B): Para nada; además, fuera del pueblo hay otros 64 recintos y creo más de 20,000 personas.

Ambos responden seguros, sin dudas, con esa convicción propia de los triunfadores.

-L: ¿Cuál es la actividad económica en la zona?

-M: Aquí, la agricultura es muy fuerte, será el 90% del trabajo. Este suelo es muy generoso y usted tiene que venir a ver cuando colorean los campos con arroz, soya, maíz, banano, caña y cacao.

-L: Pimocha tiene un ritmo de vida sosegada, tranquila, reposada. 

-B: Cierto, así es, pero en octubre es otra cosa. Acá es pura fiesta por el rodeo, es el más grande del Ecuador. Las calles se llenan de música, pasillos, pasacalles, desfiles, concursos de belleza y harta comida regional.

El rostro de Bellita se ilumina por los recuerdos y hasta parece que sus manos siguieran el ritmo de alguna alegre melodía.

-M: Y hay muchos sitios de turismo, playas, La Casa del prócer Olmedo. Aquí también, llega gente de todas partes a pescar la corvina de agua dulce.

Al igual que la doma montubia, el don Milton y doña Bellita domaron el futuro.
-L: ¿Cómo fueron los inicios en Pimocha?

La pareja, antes de responder, intercambia una mirada cómplice que los traslada a esos lejanos pero inolvidables momentos

– M: Este local cuando lo tomamos en el 2016, estaba abandonado. Para que tenga usted una idea de como lo encontramos, mi mamá nos prestó en ese tiempo 5,000 dólares, de los cuales 3,000 se fueron en gastos del local. Tuvimos que arreglar todo, desde el piso hasta el techo. Entonces, quedó para el presupuesto 2,000, como para las perchas y otras cosas que faltaban para abrir, pero con las justas para lo principal… los medicamentos, y realmente estábamos casi chiro.

-No era mucho, –agregó Bellita juntando las manos como en un rezo– pero como dicen: “cuando uno vive bajo la sombra del Señor todo va bien”.

-L: ¿Entonces arrancar en Pimocha fue cuesta arriba?

– M: ¡Uy, sí señor, ni se imagina!… había que tener mucho “ñeque”. Para empezar nomas, cuando nos mudamos  acá, llegamos de madrugada con nuestros hijos chiquitos.            

Y nos la pasamos acomodando lo que teníamos  –que de verdad no era mucho– para poder abrir el mismo día.

Parece que don Milton se volviera a fatigar mientras lo asaltan los recuerdos.

Y así lo hicimos, abrimos ese mismo día y lo recordamos como si fuera hoy. Era verano, un domingo 7 de agosto del 2016 muy caluroso, ni siquiera habíamos desayunado ni almorzado Bellita y yo. En la tienda teníamos nada más que dos perchas, y ocupamos la cuarta parte de sólo una con muy poquitos productos; unas 15 medicinas básicas: antibióticos, antiinflamatorios, sales digestivas; también algunos OTC y de aseo personal. La segunda percha, estaba vacía, pelada…

-L: Es decir, inauguraron la farmacia casi sin medicamentos ¿recuerda cuánto vendieron ese primer día?

– B: Siempre nos acordamos que cuando abrimos ese 7 de agosto, al primer y único cliente que entró en todo el día, le vendimos 12 dólares. Así es señor… ese fue nuestro primer día, vendimos solo eso, 12 dólares. Pasaron los días y así, poquito a poquito fuimos juntando dólar sobre dólar y ofreciendo cada vez más productos, por ejemplo, pasta y cepillo dental, toallas higiénicas, papel higiénico.

-L: Cuando recién se iniciaron en Pimocha ¿cómo se abastecían de productos farmacéuticos?

– M: Bueno, cuando recién comenzamos con esta farmacia en Pimocha, íbamos a comprar a Guayaquil; pero eso tenía un sobrecosto. Imagínese, había que coger 1, 2, 3 carros y de allá para acá y con paquetes y bultos. Era un día perdido de ventas y a veces hasta dos, sólo para ir a comprar mercadería.

Cuando nos mudamos acá, llegamos de madrugada con nuestros hijitos chiquitos.
-L: ¿Hasta Guayaquil, tremendo sacrificio?

– M: En esa época, sí, íbamos directamente a comprar a Guayaquil, y pudimos llegar a completar una percha completa. Pero no lo sentimos nunca como un sacrificio.

Nuestra mentalidad era dar un buen servicio al cliente y no hacernos millonarios de la noche a la mañana. Más aun, en Pimocha no había farmacias, éramos los únicos, y nos gusta ser serviciales.

– B: Por ejemplo, nos decían, véndame una inyección o un suero ¿me lo puede poner? Cuánto cuesta colocar una inyección, no le cobramos nada, queríamos marcar la diferencia entre una cadena y una farmacia servicial y de barrio, queríamos que la gente primero nos tenga confianza. Y así, poco a poco a medida que la gente pedía productos hemos ido creciendo, hasta pasar de un cuarto de percha a una percha y media.

Y en sus mejillas se dibujan un par de sonrisas satisfechas, que no solo reflejan la bondad de un par de almas caritativas, sino también la astucia innata de un par de buenos negociantes.

Después de 5 años crecieron exponencialmente y hoy tienen 11 puntos.
-L:  Es decir, en sus primeros meses abastecían un cuarto de percha y luego una percha y media con productos, y de allí, en 5 años saltaron de un punto de venta en Pimocha, a contar con 11 puntos en diversas zonas de la provincia de Los Ríos, ¿Cómo lo hicieron?

– M: El salto, como usted dice, lo dimos pocos meses después de abrir la farmacia de Pimocha. Una tarde, se apareció por el local don Rolando Menchan asesor de ventas de Leterago y su jefe don Presley Zambrano, y ofrecieron trabajar con ellos. Así que nos abrieron un línea de crédito y a partir de allí todo cambió. Francamente, le digo a consciencia, Leterago nos dio la apertura para poder crecer.

Al principio nos ayudaron con el crédito para medicinas y de a pocos se fue incrementando la compra y a la vez el crédito. La primera compra en el 2015 fue de 450 dólares a 60 días, y así fue creciendo paulatinamente.

– B: En el local de Pimocha, teníamos un cuarto de percha con productos; ahora, tenemos 15 perchas repletas de pared a pared, en total 11 puntos, y buen crédito, ¿será que somos buenos pagadores…? por ahí el refrán dice “paga lo que debes, y sabrás lo que tienes”.

Y el legítimo orgullo de esta noble pareja, puede hasta respirarse.

-L: ¿Cree usted que el respaldo de Leterago los catapultó para crecer exponencialmente de manera rápida y segura?

-M: Así es, Leterago ha estado con nosotros desde el principio, y nos gusta ser siempre agradecidos. La relación con Leterago es diferente a otras empresas que nos ofrecen productos.

Por ejemplo, con don Rolando de Leterago, podemos conversar horas de como mejorar una cosa u otra de los puntos de venta que tenemos; él más que un asesor de ventas es ya un amigo.

-B: Don Rolando nos dice: “hazlo así o asá, tú lo puedes hacer, inténtalo”. Entonces, nosotros lo intentamos, y las cosas salen bien. En verdad, es un apoyo permanente, de Leterago para que nosotros podamos desarrollar nuevos puntos.

“Francamente, le digo a consciencia, Leterago nos dio la apertura para poder crecer”.
-L: ¿Sus 11 farmacias tienen el mismo potencial de ventas?

-M: Algunas son más fuertes en las ventas que otras pero todo suma. No están en ciudades muy grande pero están creciendo las ventas. En algunos pueblos donde no había farmacia, ni botiquín siquiera, allí nosotros hemos puesto una.

Tenemos: 3 en Babahoyo; 2 en Pimocha (donde vivimos es la primera); 1 en Vernaza; 1 en El Porvenir; 1 en Caracol; 1 en Chacarita; 1 en Zapotal; y 1 en Los Ángeles. En cada punto de venta empezamos con algo sencillo, y poco a poco, según como vemos el movimiento, vamos llevando productos.

 O sea, no empezamos una farmacia con todo de lleno. Como le digo, poco a poco, todo suma, además, vamos reinvirtiendo en mejorar cada farmacia, o creando nuevos puntos de venta. Aquí acostumbrado decir: “oro guardado, no da ganancias”.

-L:¿Qué otro tipo de ayuda han obtenido de Leterago a parte de las líneas de crédito?

-M: Mucha capacitación, sin duda, la Escuela de Leterago es una ayuda muy importante para poder mejorar y crecer. Nos venían enseñando en diferentes temas para una buena gestión en la farmacia, pero el año pasado, por la pandemia se quedaron en stand-by los cursos presenciales. Pero ahora, comenzamos con charlas virtuales por internet, y están muy buenas.

-B: No solo nos sirve para conocer mejor las medicinas u otros productos, sino cómo mejorar las ventas, tanto nosotros, como para los dependientes de nuestras farmacias. A nosotros nos permitió expandirnos, ya vio, de un cuarto de percha a 11 puntos.

-L: ¿Con otros proveedores de productos la relación es igual?

-M: Es menor, normalmente ellos vienen levantan su pedido y nada más, no hay empatía. En cambio, con Leterago es muy distinto, como le dije, viene don Rolando para ver cómo estamos, y le compre o no le compre conversamos largo rato. Él se preocupa mucho más que otros, para ver cómo va el negocio y nos aconseja.

Después de 5 años crecieron exponencialmente y hoy tienen 11 locales.
-L: ¿Qué es lo qué más les atrae de la profesión?

-M: Bellita y yo coincidimos en la carrera, ambos estudiamos medicina pero no pudimos culminar. Siempre nos interesó el servicio hacia las personas. Y en las farmacias podemos cumplir parte de esa vocación truncada, de una época, donde lo económico nos frenó la carrera médica. Pero fíjese… Dios nos  dio otra oportunidad y nos puso en lugares lejanos para ayudar a la gente.

-B: Lo más importante para nosotros es solucionar los problemas de los clientes hasta donde podamos. Las personas llegan a la farmacia para encontrar respuestas a diferentes necesidades; entonces, aquí estamos siempre para ayudar.

Y, felices, se toman de la mano, aquellas que tal vez no salvarán vidas sosteniendo un bisturí, pero que siempre están abiertas y dispuestas a ayudar al prójimo.

-L: ¿Entonces, no es sólo vender medicamentos?

Ambos sueltan un categórico ¡Nooo! casi al unísono.

-M: Claro que no. Tratamos de identificar el fondo del problema antes de ofrecer un medicamento, hay que personalizar la atención con cada cliente y siempre estar dispuesto a colaborar de buena gana, a la hora que sea.

Por ejemplo, la otra vez vino una señora como a las 2:00 de la mañana con un cólico tan fuerte que se doblaba del dolor. Ese no era un cólico que se iba a solucionar con un antiespasmódico. Tuvimos que ponerle suero y unas ampollas e inmediatamente conseguimos que la lleven a Babahoyo, porque tenía toda la cara de  ser un problema biliar grave; no aguantaba siquiera que le ponga la mano encima del abdomen.

-B: Y mire usted, que así había sido así. Después de tiempo nos la encontramos y nos dijo que en la clínica le encontraron dilatada 10 cm la vesícula y un poquito más y se imagina  los que hubiera sucedido…

-L: ¿En Pimocha tienen médico?          

-M: Hay un pequeño subcentro dónde vienen a servicio rural médicos y están ahí  de lunes a sábado hasta las 4:00 pm. Por eso, y como tenemos nuestra vivienda al lado de la farmacia, nos tocan la puerta a cualquier hora de la madrugada, con dolor de muela, de estómago, diarrea, fiebre… y hemos tenido que atender a esa hora.

“Hay un pequeño subcentro con atención de lunes a sábado hasta las 4:00 pm. Después de ese horario nos tocan la puerta hasta de madrugada”.
-L: En las otras poblaciones donde tienen puntos de venta ¿hay médicos?

-B: Fuera de Babahoyo, nosotros somos los únicos. Con esos locales damos un alcance al cliente que no tiene posibilidad de salir. Porque sale a la ciudad y aparte de gastar dinero, pierde algo muy valioso que es el tiempo y el tiempo es algo de lo que no vamos a poder recuperarlo.

-M: Si antes el cliente quería irse a Guayaquil, ya no tiene la necesidad. Ese es nuestro objetivo, llevar las farmacias a los puntos donde no hay para que la gente se ahorre más que dinero, se ahorre tiempo.

-L: ¿Cuál cree que es el freno para el desarrollo de un mayor número de farmacias independientes?

-M: El freno para que no existan más farmacias que no sean de cadena, es la falta de conocimiento y el crédito, y también, hay muchas personas que le temen a lo desconocido. Nosotros, por ejemplo, antes de poner una farmacia en Pimocha teníamos miedo, no sabíamos si iba a fracasar o no, si tendríamos éxito o no, pero el que no se arriesga…

También influye el conocimiento, porque hay personas que quieren invertir pero desconocen el negocio y lo que nos ayudó, y ayuda a nosotros, fue el conocimiento y el crédito así como la permanente capacitación de Leterago. Nos gusta aprender sobre gestión farmacéutica, manejo de pacientes o las dos cosas

-L: ¿Qué opina sobre las cadenas de farmacias  que a la vez son distribuidoras?

-M: Las cadenas de farmacias que tienen distribución, son competencia directa de las independientes. Mire usted lo que sucede, si uno le hace un pedido más o menos de un valor significativo a una de estas distribuidoras que tienen cadenas de farmacias, ellos enseguida, buscan analizar el punto desde el cual hace el pedido el cliente, y ponen una farmacia que le haga competencia a uno. ¿Es o no competencia directa?

-B: Lo que ellos hacen a costa del sacrificio del independiente, es conocer su capacidad de venta para poder entrar a competir, bajar los precios, luego para sacarlo a uno y quedarse con el punto ¡Así es señor!…

En cambio Leterago, no es así, Leterago, tiene una sana competencia, ellos no tienen punto farmacéutico, solo se dedican a la distribución y además te capacitan y dan crédito.

-L: Si una cadena de farmacias presiona económicamente para que las farmacias independientes cierren y luego, a la cadena de farmacias, no les resulta el negocio en dicha población y deciden irse ¿Cómo quedan los pobladores en ese lugar?

M: Sí, exactamente eso, eso creo que es lo que sucede, porque tienen que tener una buena rentabilidad para poderse quedar, si no tienen esa ganancia, como dice usted, nada mas te dejan al pueblo desprotegido y se van a marchar. Porqué las cadenas comienzan a absorber todo, son como un hoyo negro, de esos que se tragan estrellas, no quieren dejar brillar a nadie por cuenta propia.

L: ¿Se sienten felices con tanto crecimiento?

M: Para Bellita y para mi la felicidad la encontramos en la familia.

L: ¿Qué mensaje podrían darles a aquellos que quisieran imitar lo que ustedes han logrado?

M: Que no desmayen, que hay momentos buenos, momentos malos, pero que no renuncien a sus sueños, que no los hagan a un lado, que si empezaron con un objetivo en la mente, una idea, que la sigan, que luchen por ella.

B: Y que no vayan a darse por vencidos en el intento, porque si se abaten, es como que no hubieran empezado nada.

Y así nos despedimos de esta exitosa pareja, emprendedora, tenaz, solidaria, que un día llegó a Pimocha con una ilusión a cuestas, y hoy, 5 años más tarde, confirmó que el futuro pertenece a aquellos que creen en la belleza de sus sueños.

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