En el 2005, hace 18 años, la vida para Mayra Montalvo y su esposo John Balseca dio un enorme giro. Y cómo bien dice Mayra “La vida no es estática, en cada giro nos ofrece diferentes opciones y cuando se detiene y nos permite verlas, es el momento de tomar decisiones “. Y así fue, Mayra tenía un trabajo seguro, y bien remunerado. Renunció a ese futuro estable para mantener integra la familia y embarcarse en un emprendimiento en cuya época, era aún poco conocido e innovador. Como todo emprendedor contribuye a la sociedad y a la economía del país. También ha creado progreso en diversos niveles. Como buena emprendedora ha sido capaz de construir soluciones necesarias ante cada obstáculo para alcanzar sus objetivos. Las personas que cuentan con un espíritu emprendedor comparten ciertos rasgos en sus personalidades y aptitudes: confianza en uno mismo, pasión por el trabajo, perspectiva de futuro, liderazgo innato y mucho pero mucho coraje… y esa característica de su personalidad, le sobra a la Sra. Mayra. A continuación, esa historia de coraje.
L: ¿Cómo se animó a desarrollar una pañalera?
M: Es una larga y corta historia. De profesión soy ingeniera en administración de empresas. Desde antes de graduarme de la universidad, ya trabajaba en empresas florícolas. En esa época era un boom. Yo fui jefe de administración en la compañía Quality Dreams, desde donde se exportaban rosas a muchos países; le aseguro que era un trabajo que me encantaba y muy estable.
L: Entre las rosas y la pañalera hay un universo de distancia ¿Cómo así, se animó a este rubro?
M: La vida no es estática, en cada giro nos ofrece diferentes opciones y cuando se detiene y nos permite verlas, es el momento de tomar decisiones. Entonces, mi esposo –John Balseca– era oficial de la Policía Nacional del Ecuador y fue trasladado a Quito. Al inicio, pensé en mantener el puesto y viajar, porque trabajaba por la provincia de Cotopaxi, o sea como a 1:30 h.
L: No está muy lejos…
M: En verdad no es lejos, pero como mis dos hijas eran pequeñas, sí se complicaba viajar a diario. Me sentía entre la espada y la pared. Tenía que decidir ¿dejo mi carrera profesional? ¿me quedo allá sola? ¿o mejor nos veníamos todos a Quito?
L: ¿Entonces?
M: Entonces, a la final renuncié. Le cuento que el día que renuncié a mi trabajo, cogí mi carro, me alejé mirando por el espejo retrovisor y lloré. Lloré mucho, porque dejaba no solo un futuro, sino mi profesión… o sea, cambiaba la certidumbre por la incertidumbre, arriesgando todo por lo que luché.
L: Es decir, ¿dejó un puesto laboral de alto nivel, acostumbrada a recibir un sueldo cada mes, a cambio de una apuesta con enormes riesgos?
M: Así es. Sí, sí, totalmente, fue una incertidumbre terrible, horrible.
L: Entonces, hace 18 años, cuando llegaron a Quito ¿cómo fueron esos inicios llenos de incertidumbre laboral?
M: En Quito, pasé un mes en estado “límbico”, pensaba y pensaba qué podía hacer laboralmente en base a mi profesión como administradora de empresas. No había pasado por mi mente poner un negocio. Entonces, a sugerencia de mi esposo, y como el negocio de las pañaleras estaba recién empezando y nuestra casa está muy bien ubicada con bastante tráfico peatonal, así como en una de las arterias principales, nos animamos y arrancamos allí con una pequeña pañalera. Así es, en la casa, mis hijas desde pequeñas han estado junto a mi mientras atendía a los clientes.
L: ¿Y sin temor se animaron sólo por la ubicación de su casa?
M: Claro que tenía temor, pero mi esposo siempre ha sido un soporte… mi horizonte. Él es de las personas súper serenas y bien centradas que me dio la confianza para emprender con la pañalera. Por último, me dijo: “si no vendemos, le ponemos los pañales a la niña”; le contesté: si pues, no hay de otra.
Yo creo ser muy creativa, organizada y emprendedora, pero en ciertos momentos difíciles John ha sido el punto de equilibrio…
Así que, con mi liquidación y ahorros puse unos US$ 3,500 para mercadería y empezar. Hoy, el inventario creció exponencialmente.
L: Y con US$ 3,500 comenzaron ¿lo demás era sólo fe?
M: Fe en Dios y agradecer que mi profesión como administradora de empresas, me hizo tener en cuenta la competencia, el mercado y otros factores; no bastaba solamente con tener el local. Entre dormida y despierta seguía analizando ¿este modelo de negocio es viable? ¿voy a poder cubrir los gastos? o ¿cuál será el beneficio?
L: Las preguntas pueden ser interminables ¿o no?
M: Así es, pero depende más que de todos los análisis, de la fe y empuje que le ponga cada uno al emprendimiento. Yo tengo conocimiento de lo que es un estudio de mercado, yo sí lo hice en realidad y para nosotros. Sin embargo, hubo épocas difíciles en que mi esposo me decía: “Estás trabajando de más, mucho tiempo, mejor cerremos” y yo le respondía que esto no es de la noche a la mañana.
Al final nos hemos dado cuenta de que ni él estuvo equivocado en su momento con la idea de la pañalera, ni yo equivocada dándole tiempo para que el negocio madure. Entonces eso hicimos, y para qué, la pañalera ha evolucionado en forma ascendente y crecido desde que empezamos. Obviamente siempre innovando. Mire, en algún momento tuvimos hasta tres almacenes, luego y a raíz de la pandemia, nos centralizamos en el local principal que por cierto es mucho más grande.
L: ¿Sobre los pañales comercializan una sola marca?
M: No, son varias marcas de pañales, todas las que se comercializan en el Ecuador. También ofrecemos todos los complementos para el bebé, entre otros 2,000 productos: toallitas húmedas, pañitos, cremas, anti-escaldaduras, champú, colonias, talcos, aceites, vaselinas, cremas corporales, protectores solares, leches de fórmulas. En mis almacenes encontrará de todo en este rubro y que no hay en muchas farmacias ni supermercados.
L: ¿Por ejemplo, qué tipo de preguntas le hacen al cliente cuando solicitan un protector solar?
M: Hay que tomar en cuenta el tipo de piel que tienen, también el tiempo que pasará expuesto a al sol para hacer las repeticiones, etc.
L: Cuando un cliente pregunta por algún producto para un bebé escaldado ¿qué les recomienda?
M: Una crema que es maravillosa, esa sí es propia de la venta lateral. Se llama “Doctor Selby”. Es una muy buena crema que sale muy bien, porque aparte de ser curativa de las escaldaduras, también tiene diferentes usos. O sea, es tanto útil para el bebé como para otras irritaciones, ronchitas y picaduras de cualquier miembro de la familia.
L: ¿Y qué tipo de promociones realizan?
Realizamos paquetes, de pañales con pañitos y cremas antiescaldaduras como las del Dr. Selby.
L: ¿Qué productos le distribuye Leterago?
M: Con Leterago trabajamos muchos productos de muy alta rotación, entre otros tantos: protectores solares, leches infantiles, cosmética infantil como champú, colonias, aceites, vitaminas, suplementos alimenticios, jabones íntimos.
L: ¿Cómo calificaría la relación con Leterago?
M: Excelente, hemos sentido un apoyo importante. Incluso nos brindan capacitaciones de los productos que ellos nos venden. Por ejemplo, nosotros no manejábamos fórmulas infantiles y no teníamos mucho conocimiento. Pero Leterago nos ha capacitado y hemos implementado muchos productos que ellos manejan y que nos ha permitido ampliar nuestro portafolio de productos así como también poder crecer.
L: ¿Qué porcentaje de sus productos son para niños y qué porcentaje para adultos?
M: 80% son para niños y 20% para adultos.
L: ¿Los clientes son básicamente de Quito?
M: Tenemos clientes de todo de la ciudad y de otras ciudades. También vendemos online y a domicilios de Quito y otras ciudades. En realidad, tenemos una muy buena acogida.
L: ¿Usted y su esposo atienden la pañalera?
M: John ya salió de la Policía hace varios años y tenemos otros negocios. Él maneja una empresa de eventos y recepciones, pero nos apoyamos mutuamente. Por otro lado, tenemos tres colaboradores, inclusive mis dos hijas se dan un tiempito. Romina, que está en el séptimo ciclo de medicina, Andrea que está en el segundo semestre de arquitectura y hasta el pequeñín Alán, que cursa el tercero de EGB.
L: Ahora, tras 18 años de recorrido en la pañalera ¿qué siente?
M: Que fue la gran decisión de nuestras vidas, una decisión crucial y que gracias a Dios no nos equivocamos ¿Fue duro? por supuesto que sí, sí, fue muy duro. Y en verdad, comprobamos que no se consigue nada que valga la pena en la vida sin hacer sacrificios.